En ocasiones pienso que soy excesivamente idealista. Todo me parece mal porque nada está conforme a los principios democráticos en los que creo. Sin embargo, cada vez que lo pienso acabo por darme cuenta de que no debo abandonar ahora mi ingenuidad, quizá sea demasiado pronto o quizá el destino me depare una precipitada e inevitable caída en la realidad.
Una de las cosas que más tristeza me produce últimamente es el tema de la prensa y la llamada opinión pública. Sepan ustedes que la opinión pública brilla en España por su ausencia si por ella definimos a la opinión vertida desde diferentes medios de comunicación. En todo caso se habla de “sectores” de opinión pública, algo que podría indicar pluralidad sino fuera porque en vez de regodearse en la riqueza de las opiniones se empeñan tozudamente en mostrarnos el sectarismo de las mismas. No quiero decir que todos los medios sean sectarios pero sí me llama la atención como no existe punto de encuentro entre los mismos en lo que a las cuestiones nacionales se refieren. En realidad dicho encuentro no es imprescindible pero sí sería aconsejable que por calidad democrática hicieran caso de algunas cuestiones que una “democracia consolidada” no puede obviar. Por ejemplo EL MUNDO está trabajando duro para quitarnos el velo de las mentiras de ZP, insistiendo en el tema de lo mucho que van a subir los impuestos y lo bueno que serían las recetas mágicas de sus amigos peperianos. Pero ni se acercan a pensar que esos brujos con recetas mágicas neoconservadoras son los mismos que están pendientes de sentencia en los tribunales por asuntos corruptos y que además, ya no pueden decir que sean aislados pues Mariano Rajoy se ha encargado de dejarse coger por los cojines de su orejero acercándose a apoyar públicamente a los presuntos. Y lejos de condenar esta conducta ha aspirado a convertirse en altavoz de las acusaciones de espionaje político sin prueba alguna. Se ve que Pedro J. Ramírez se ha tomado muy en serio el tema de las conspiraciones. ¿Tan difícil es caminar conforme a unos principios y aplicarlos de manera coherente?
Muchas cosas que cambiar, muchas cosas en las que madurar. España tiene todavía una democracia joven que necesita caminar hacia metas más humanas y honrosas. Lo decía un político de derechas hace no mucho tiempo y es lo que repito algunos días al leer los periódicos o ver las noticias: “Vaya tropa”
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