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LA HORA DE LA VERDAD

viernes, 1 de junio de 2012


España es un país democrático, que en su constitución establece los derechos y libertades de los que gozan sus ciudadanos, que han de verse acompañados de los valores dogmáticos de convivencia entre españoles garantizados por la ley y la justicia. En España reconocemos por la Constitución la economía de mercado como una herramienta de progreso, pero siempre y cuando se respeten unos límites establecidos en el Capítulo III del Título I de la Constitución sobre la política social y económica y desarrollada en leyes.
A grandes rasgos, éste es el modelo de país que los españoles decidieron apoyar en 1978, un camino por el que transitar de una dictadura a una democracia y para algunos, con modificaciones urgentes, sigue siendo un camino loable y una herencia reconocible.
Durante los años de democracia España ha dado lugar a hitos importantísimos en su historia contemporánea: ha construido un sistema educativo universal y obligatorio, una sanidad universal y gratuita, un sistema público de pensiones. Además, alrededor de todos estos sistemas toda una serie de prestaciones que permiten a los ciudadanos acceder a unos mínimos recursos en los que apoyarse para lograr las mismas oportunidades que aquellos que tuvieron la suerte de nacer en familias más adineradas (Ayudas, subvenciones, becas, ayudas a la dependencia, etc). Y todo ello dentro de una inserción en Europa que nos ha hecho más libres, más ricos y más fuertes. La otra cara de la moneda es que para sostenerlo tenemos que pagar impuestos: lo bueno es que ahora, a diferencia de los años 50, tenemos un sistema fiscal más progresivo que hace pagar más a quien más renta tiene, a quien obtiene beneficios, a quien más capacidad de compra ejercita…etc.
Se han cometido errores, pero ahora no estamos para fustigarnos. Ahora tenemos todo que defender y a la vez mucho que ganar y que perder. Toca explicarnos a los españoles que nos equivocamos cuando accedimos a pensar que podíamos sostener el modelo pagando una menor proporción de nuestras ganancias. Toca explicarnos que en tiempos de bonanza no éramos más ricos porque nos comprábamos casas, coches y vacaciones con las que hasta hace 15 años ni soñábamos, sino más pobres  porque lo hacíamos endeudados y que es precisamente eso lo que estamos pagando ahora.
Estoy convencido de que si preguntamos a la gente si quiere una sanidad universal y gratuita dirá que sí;  si quiere un sistema educativo universal, gratuito y obligatorio; si quiere un sistema público de pensiones…a todo ello dirá que sí. No tengo tan claro que diga que sí a pagar los impuestos necesarios para sostener esos sistemas sin estrés. Y este es un trauma cultural que nos costará tiempo superar sino renovamos el pacto para reconstruir un modelo de convivencia en el que queden claros los beneficios y los costes o, lo que en política se llama derechos y deberes.
Dejemos claro qué país queremos, el de los 545 puntos básicos de prima de riesgo, sin acuerdos, sin pactos, sin convivencia, de los balones fuera y la irresponsabilidad. O el país responsable, seguro de sí mismo, que defiende su modelo de convivencia, con rumbo fijo y consensuado, que hace de verdad sus deberes. Es urgente no caer en el desastre.
Siempre se ha dicho que existen dos Españas: “una España muerta, hueca y carcomida, y otra nueva, afanosa, aspirante y que tiende hacia la vida” (Ortega). Yo vivo en medio de las dos, con ganas de repetir la victoria de la segunda.

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Hoy hay que leer...
http://elpais.com/elpais/2012/05/31/opinion/1338475092_453958.html

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y yo sin enterarme de tu faceta bloguera...:)
Un abrazo. Te leeré.
Jesús María García

Esteban Martínez dijo...

Jajaja, pues anda que no llevo!

Yo a ti ya te leo, y no dejaré de hacerlo!

Un abrazo!