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La herencia recibida: necesitamos retorcer nuestra historia, otra vez.

miércoles, 18 de julio de 2012



La cuantificación tan absoluta de nuestros problemas como país está llevando a la ciudadanía a un estado de comprensible y lógica indignación ante el olvido de problemas que son esencialmente humanos. Pero también se conduce hacia la utilización de  un reaccionario ímpetu frente quienes tienen  la iniciativa para dar solución a los problemas colectivos que, a veces, parece complicado defender las ideas propias sin caer en la demagogia.

Cada día es más evidente que hemos convertido a la prima de riesgo, el déficit, las décimas de crecimiento o la inflación en nuestras mayores preocupaciones cuando la verdaderamente afectada es nuestra “madre” democracia, aquella que parió los años de mayor libertad y prosperidad que probablemente haya vivido éste nuestro país. Y es que la continua búsqueda de responsabilidades sobre la catástrofe, en los demás por supuesto, dificulta bastante la tarea conjunta de salir de la crisis con meridiana dignidad, es decir, sin dañar nuestro sistema de derechos y libertades. 

Muchos españoles de toda condición, pesimistas ellos, niegan ahora haber formado parte de esta España a punto de la zozobra a la cual critican por su sistema de partidos, por la corrupción, etc. Y es verdad, sería de idiotas negar que España se dirige camino de la ruina moral, económica y política. La crisis ha puesto de manifiesto el lastre de problemas acumulados durante este tiempo y de los cuales somos responsables todos los activos como país: los agentes económicos y sociales, el gobierno, la oposición, la banca, los partidos en general y también las personas, los ciudadanos de a pie. Y se me critica mucho por añadir este apéndice, pero su no consideración me parece lo más cercano a la desidia colectiva.

Todos hemos contribuido a este desenlace y sería de agradecer un debate serio y extendido sobre cómo hemos llegado hasta aquí. La conclusión a dicho debate debe ser el camino de las responsabilidades que todos tenemos ahora para salvar nuestro presente y el futuro alimentando una actitud nueva que nos devuelva la autoestima. 

Pienso que el ejemplo de esa nueva actitud hay que buscarlo en nuestra reciente historia. Creo que los Pactos de la Moncloa significaron, o al menos así lo dice la  mayoría de la literatura “de aquí y allá”, un paso importante en nuestra imagen como país. Nos desprendimos de los complejos para salir a flote sin que nos ayudaran más de lo necesario. La generación de mis padres se puso una meta, un reto generacional que ha funcionado, bien o mal, la friolera de 30 años. La lucha por alcanzar ese reto nos ha permitido a muchos jóvenes de ahora -y jóvenes entrados en edad- disfrutar de una sociedad de bienestar, con educación universal y gratuita en el peor de los casos, atención sanitaria para todos, pensiones garantizadas y demás prestaciones sociales. 

Ahora bien,  parece que la prosperidad relajó demasiado nuestra moral y nuestro compromiso social y político. Como si aquel reto hubiera agotado nuestras posibilidades creativas e innovadoras para dar salida a nuestra ahora declarada podredumbre, o a unas prácticas políticas, sociales y económicas corruptas que nunca llegaron a extinguirse. Parece que hubiéramos pensado que las cosas, aunque las uses mucho, no se estropean, como se estropea un electrodoméstico o un coche, o un organismo. A nosotros eso no nos podía pasar. Ahora que finalmente ha pasado acudimos a la “autodepredación”.

Y aquí estamos ahora. Buscando nuestro reto generacional. Desentrenados,  despistados entre herencias recibidas y trastos que arrojar mientras el camino hacia ese reto vuelve ser el mismo: sentarnos juntos a decidir hacia donde queremos caminar, manteniendo lo esencial, como si fueran nuestros primeros pasos, pero de la mano.

5 comentarios:

Roberto dijo...

Buena reflexión. Por desgracia no me cabía la respuesta aquí así que te la he enviado por correo.

Esteban Martínez dijo...

Roberto, publico tu comentario a trozos para que si hay alguien que quiera unirse a la discusión sepa de lo que hablamos y así contestarte públicamente:

Roberto: "Por desgracia la política está tan desprestigiada que hemos perdido el rumbo y no podemos convertir la economía en un asunto político. No me refiero a que esté en los debates o se tomen medidas, me refiero a que la economía debido a la debilidad política ya no puede ser controlada por esta.
Y la política está desprestigiada porque ha sido la pagana y el chivo expiatorio de una sociedad que no admite su culpabilidad. Y por otro lado por una elite dirigente que no sólo (como el resto de la sociedad) no ha admitido su parte de culpa sino que no ha usado instrumentos para castigar a los culpables más directos.
Todos tenemos culpa pero no en un mismo grado. Durante años nosotros, los ciudadanos de a píe hemos alimentado una burbuja inmobiliaria, muchos jovenes marcharon a la construcción en lugar de a una mejor educación. Y eso es culpa y muy grande porque los gestores económicos funcionan por demanda. Aquí los mercados no son unos malvados señores que hacen lo que les viene en gana, no, hacen lo que sus clientes contratan y pagan para ello.
La segunda parte está en que esos mercados han engañado con lo que al final en realidad culpar y castigar es complicado pero claro la gente quiere culpar a alguien, visto que a los mercados no se les puede pillar pues se pasa a los políticos y se ha acabado con todo prestigio que la clase política podía tener en un país por lo demás no muy dado a grandes comprensiones con las labores de los políticos. Porque yo creo que sociológicamente este país la política la ven muy mal, pero la han visto mal históricamente por eso triunfaba el anarcosindicalismo apolítico El franquismo ya se encargó de seguir con la despolitización En la Transición ganaba la UCD, un partido, que ya sabemos que salvo sus grupitos ideológicos que interesaban poco a sus ciudadanos, bastante apolítico. Pero bueno digamos que con la UCD y la Transición ya la gente se metió algo en política. El que el PSOE gobernase tanto tiempo y sobre todo acabase como acabó pues ayudó poco. Y ojo, la labor de los largos años del PSOE fue muy importante y en un 80% muy positiva pero la gente es acomodaticia y ganaba el partido una tras otra haciendo que la gente pasase un poco de la política.
Luego tenemos los años de Aznar y Zapatero, años en los que la política interesó más pero de forma partidista, y esas ``masas neutras´´de las que hablaba Maura pues no les gustaba, volvieron a salir casos de corrupción, los políticos se tiraban los trastos a la cabeza.
Y llegamos al año 2012 con una política inutilizada porque la gente no confía en los dos grandes partidos. Grupos como IU o UPyD pues sirven para limpiar la conciencia de algunos que si que les interesa algo el tema o confían en un cambio (yo mismo) pero claro al final nos damos cuenta de que resulta de que quieren cambiar una ley electoral para sustituir el modelo PP-PSOE por PP-IU y demás combinaciones."

Esteban Martínez dijo...

Roberto: "Los jóvenes, que es un caso que conozco algo mejor pues los divido en dos grupos:
-Grupo A: gente de digamos tendencias de centro-derecha, independientes más o menos centristas y apolíticos puros. Estos pasan de la política, muchos no van a votar, los que van suelen votar a cierto partido por tradición o porque simplemente han visto que el otro la ha cagado y por ciertos valores morales pero vamos sin alegrías y al final al año desconfían de lo que han votado. Tachan a los políticos de ``chorizos, si todos lo hacen igual´´.
-Grupo B: gente por lo general más izquierdista, centristas verdaderamente políticos y una amplia gama de idealistas. Estos votan a terceros partidos, claro hablan de que les gusta lo de Syriza, el 15-M, y en general desconfían muchísimo (quizás más por su idealismo) de los partidos de Gobierno. Hablan maravillas de nuevas formaciones que piden una reforma del Estado y hablan de la necesidad de que haya nuevos partidos. Claro, nuevos partidos que sustituyen al antiguo régimen para crear su régimen. Cómo no los hay o les acaban defraudando pues se pasan al grupo de: ``los políticos son unos chorizos, son todos iguales´´lo que pasa que ahora con cierta retórica anticapitalista o antisistema.

Y yo opino (quizás mal pero no se yo lo veo así) que con eso tenemos una sociedad que como bueno pasa de la política, que como peor la odia. Y lo mal de odiarla es que al final acabas amando algo peligroso caso movimientos radicales de ultraderecha o ultraizquierda.
Entonces, si queremos mejorar esto hay devolver el prestigio a la política. Personas como tú, Esteban, se tienen que encargar de eso. Para empezar, la gente cambia si le ofreces algo en lo que creer. Una sociedad tan harta de política y políticos (aunque no desprestigia la política como nosotros) como la estadounidense creyó en Obama porque les ofrecía algo en lo que creer. Les gustaba, luego es discutible juzgar si se ha ajustado a la realidad. Pero para que la gente confíe hay que hacer que les guste y no por el mero hecho de hacerlo sino para dotar a nuestro sistema de los instrumentos para actuar y dar soluciones a problemas como la economía.
Los Pactos de la Moncloa surgieron en un contexto político y se hicieron por motivaciones políticas pero con una nación detrás, porque la Transición ha sido el momento donde la gente aún confiaba algo en los políticos (y como ya he dicho no mucho). España necesita una nueva transición, decía Jefferson que cada cierto período hay que replantearse el modelo político de una sociedad. Hagámoslo. Hagamos nuestra pequeña revolución. España, ni nación histórica ni gaitas. España como proyecto. Y los proyectos los hacen las personas, pues hagamos uno."

Esteban Martínez dijo...

Roberto la verdad es que no sé muy bien que decirte porque estoy en el fondo bastante de acuerdo.

Alguna puntualización:

Dices "Aquí los mercados no son unos malvados señores que hacen lo que les viene en gana, no, hacen lo que sus clientes contratan y pagan para ello"

Bueno, malvados no sé si son, pero desde luego se comportan de forma absolutamente irracional a ojos de un ciudadano normal. Por ejemplo, un día te rebajan la calificación de la deuda porque tienes mucho déficit y te animan a que lo reduzcas subiendo los impuestos y recortando gastos y cuando lo haces te la rebajan porque eso no genera crecimiento. Al final esas dos rebajas te hacen pagar más intereses por la deuda y te resulta más complicado reducir el déficit.

Malvados no sé, pero desde luego es verdad que engañan con lógicas como la anterior. Y alguien que me engaña una vez se supone que no debería darle la oportunidad de engañarme más. Sin embargo, nosotros parece que no es que tropecemos una vez con la misma piedra sino que estamos dispuestos a partirla con la cabeza. No nos damos cuenta de que detrás de esa irracionalidad aparent hay una lógica aplastante: especulación y acumulación financiara, y si se quiere trasvase del poder financiero de europa hacia países orientales. Pero eso es otro tema.

En cualquier caso estoy de acuerdo en que la ciudadanía necesita "motivos" para creer. Lo que yo digo en este post es que ningún partido mayoritario o minoritario está en condiciones de ofrecer hoy por hoy esos motivos por si mismo pero sí todos juntos. La gran mayoría de la gente agradecería unos segundos pactos por la Moncloa, ayudaría a cerrar filas ante el sistema democrático y fijaría un rumbo en el que creer. Una meta, un camino, una hoja de ruta. Eso daría esperanzas o motivos para creer.

Y claro, estoy de acuerdo contigo, igual es hora de revisar la Constitución bien revisada y ordenar nuestro sistema político, social, económico y territorial para darle mayor coherencia interna para, como tú dices con acierto hacer nuestra pequeña revolución.

Roberto dijo...

A ver si te oyen.