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UTOYA: "No somos tan distintos"

lunes, 25 de julio de 2011

Lo del viernes pasado en Noruega todavía me tiene atormentado. Tengo ese preocupante deseo de volver a levantarme el viernes 22 de julio, ducharme, desayunar, bajar a trabajar y que ese día transcurra con absoluta normalidad. Y es verdad que todos los días mueren personas, a veces asesinadas, o enferman, o tienen accidentes... Pero no todos los días atacan a gente inocente de la forma que lo hicieron el pasado viernes en Oslo y en la isla noruega de Utoya.

No quiero dramatizar, pero cuando pienso en cómo han muerto esos chicos y chicas de las juventudes laboristas noruegas me acojono. ¿Qué daño hacían esas personas? ¿qué heridas produce pensar en un entorno distinto? En los últimos dos años he tenido la oportunidad de militar en las Juventudes Socialistas de España y he asistido a encuentros de compañeros con personalidades políticas y a más de un debate, y me desconsuela pensar que no importaría mucho lo que estuvieran hablando y discutiendo ese día los jóvenes laboristas, o si tenía cierto interés, porque ese mismo día un joven había trazado un plan para acabar con cuantos más de ellos mejor. Es probable que la situación recreada en mi mente estos días que más dolor me produzca es pensar que esa gente y yo no somos para nada tan distintos. Prueba de ello es el Festival Internacional de la internacional de jóvenes socialistas que se celebra esta semana en Austria, donde una delegación española acude a debatir a un campamento con personas de todos los países del mundo.

Y es que siendo verdad que, como es natural, podemos empatizar más o menos con quienes nos sentimos más identificados, no deja de ser cierto que en realidad el pensamiento de que no somos tan distintos tiene un significado tanto hacia los jóvenes socialistas noruegos como hacia el resto de personas con las que convives, incluyendo los asesinos. Solo las personas descorazonadas, desalmadas o atravesadas por el odio matan a sabiendas (y quien dice matar dice pegar, herir, insultar…). Mis ideas no tienen precio, ni siquiera la vida de mis enemigos, porque hay cosas que me hacen más feliz que discutir sobre ellas.

El que no sepa a qué tipo de cosas me refiero que se vaya preocupando.

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