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Irán, utopía y los juegos olímpicos.

sábado, 20 de junio de 2009

Estos días, provocado por la pasividad en el estudio, derivada de un aburrimiento supino, me he dedicado a contemplar dos acontecimientos muy distintos de la actualidad que han centrado mi atención. En primer lugar el autoritarismo de la ya declarada no democracia en Irán, y en segundo lugar, las noticias sobre la candidatura de Madrid para albergar los juegos olímpicos. A pesar de que ambas temáticas no tienen aparentemente nada que ver, han despertado en mí una fuerte sensibilidad, y con ella, muchas emociones que aunque contradictorias, han sido especialmente intensas.

Por un lado al ver la no resignación de la oposición iraní a reclamar transparencia y libertad frente a un opaco sistema político que no respeta la libre oposición democrática ni los mínimas exigencias de transparencia electoral. Las noticias, contadas en muchas ocasiones por los propios activistas de la "revolución verde", han despertado las mismas sensaciones de ilusión y utopía que cuando leí y estudié acontecimientos como Mayo del 68 o la Revolución de los claveles. Aunque, también he de decirlo, soy consciente de que los anteriores acontecimientos todavía les quedan muy lejos a esos luchadores iraníes.

Y finalmente, ha sido la posibilidad que Madrid trata de alcanzar, de organizar unos juegos olímpicos, lo que ha desatado mayores emociones. Durante esta semana leí las noticias sobre la presentación de las candidaturas, las posibilidades de Madrid, el entusiasmo popular, el video del "tengo una corazonada" y los vídeos en Youtube sobre la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos de Barcelona - mirad a ver qué sentís cuando la palabra HOLA se forma en Montjuic -, todo ello, con la resaca todavía presente en mi memoria de Pekín´08. Todas esas noticias y las sensaciones de universalidad, fraternidad y unión que el deporte olímpico y su espíritu durante unas semanas desata en todo el mundo han servido de contrapunto positivo a los acontecimientos de Irán y de distracción ante los también desgraciados acontecimientos que vivimos estos meses. ¿A qué español medio no le haría ilusión estar presente en la hipotética ceremonia de inauguración de los juegos de Madrid? ¿A quién no se le pondrían los bellos de punta con el espectáculo y sus flashes? ¿Quién no sentiría un cosquilleo con el encendido de la llama olímpica? No tengo ninguna duda de que los juegos olímpicos encarnan un espíritu de paz y concordia.

Pues bien, son ese espíritu de paz y concordia, de ilusión y utopía, que en parte -desgraciadamente- vive el mundo durante tres semanas, los que deben animarnos a todos a perfilar caminos de mejor y más grata convivencia en este mundo, de mayor transparencia, respeto y tolerancia, algo tan preciado que si no lo cuidamos irá llenando el abanico de los temas que en 2016 podrán parecer una utopía.


ARRIGORRIAGA: 19 DE JUNIO

viernes, 19 de junio de 2009

Arrigorriaga. 9 de la mañana. Eduardo Puelles monta en su coche camino, supongo, que de su trabajo como inspector de la Policía Nacional. No se imagina que va a ser objeto de un atentado que le quemará vivo cinco minutos más tarde. Sin duda desde aquí mando mis más sinceras condolencias a su mujer y sus dos hijos y mi más sincera solidaridad por su muerte. También caben las muestras de cariño hacia las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, especialmente a la Policía Nacional, pero también a los ertzainas que, como su hermano, no pudieron llegar a tiempo a salvarle de las llamas.

Fijad el pensamiento en la impotencia de quien oye a un compatriota gritar pidiendo auxilio sin éxito. No es comparable la sensación de los testigos con la que, desde otros rincones de España, tenemos quienes nos lamentamos con su muerte, pero comprendemos y nos hacemos una idea de la sensación de dolor e indignación de todo un pueblo que ha visto como uno de sus habitantes ha sido asesinado, alguien que velaba por su seguridad independientemente de las creencias políticas. ETA se equivoca atentando de nuevo y se equivoca más si atenta contra la Policía Nacional o contra cualquier cuerpo de seguridad estatal, autonómico o local que, desde la llegada de la democracia a España tienen regulada y tipificada su actividad conforme a los principios de convivencia pacífica a los que se deben y los que salvaguardan con su actividad. No hay Tribunales de Orden Público, no hay procesos de Burgos, no hay casos 1001, en este país se acabó el Estado Policial y Autoritario franquista y, pese a la ley de partidos, todavía es posible defender la independencia desde un parlamento. La democracia en España tiene deficits, pero no es la violencia nuestra solución.

No son por tanto estos cuerpos el problema, el problema es ETA y todos estamos cansados de que bajo un paraguas de falsa lucha por la libertad y la autodeterminación-independencia, cometan atentados terroristas y demuestren su intención des fascistizar la sociedad asesinando y extorsionando a todos los que no piensan, siente o luchan por objetivos legítimos pero no justificadores de violencia alguna.

Arrigorriaga, que forma parte de lo que se llama Gran Bilbao, es una ciudad de trabajadores, con un gran peso industrial e importante por encontrarse a escasos 9 kilómetros de la capital vizcaína y que ha estado gobernada siempre por el mismo alcalde, primero de HB y posteriormente del PNV, es un paradigma de la libertad de los vascos. Al parecer, la ciudad se funda en la Batalla de Padura, allá por el año 888 en la que los Vizcaínos -cuenta la leyenda- derrotaron a los leoneses en una cruenta batalla. De la sangre derramada en el campo de batalla procede su nombre, así como muchos de los mitos sobre la hidalgía,los fueros vascos, y su independencia originaria frente a Castilla. Todos los nacionalismos peninsulares proceden del mito, incluso el nacionalismo español. Pero los mitos eran un instrumento legitimador de la construcción del pensamiento nacionalista en el siglo XIX. La independencia no procederá en pleno siglo XXI del mito de la utilidad de la violencia, desacreditado tras un sangrante siglo XX.

Como todos los Miercoles...

miércoles, 17 de junio de 2009

Como todos los Miércoles me gustaría comentar la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados, ya que solo se puede ver en directo por internet y no por la televisión pública como sería de rigor en un país democrático en la que las decisiones de sus políticos son teóricamente públicas. Quiero hacer valer este blog para comunicar lo que ha pasado en el Congreso tanto en el careo de Zapatero y Rajoy como en el de María Teresa Fernández De la Vega y Sáenz de Santamaría.

Empecemos por el principio. Rajoy discute con Zapatero por la subida de los impuestos y le acusa de ahogar a los ciudadanos y mentirles 5 días después de unas elecciones en las que según Rajoy, Zapatero había anunciado la recuperación. Rajoy le dice que ha subido los impuestos y Zapatero le contesta que la presión fiscal es más baja porque ha modificado IRPF, Sociedades y Patrimonio lo cual deja una presión fiscal dos puntos por debajo (32%) de la que se encontró a su entrada en el Gobierno. Rajoy le reprocha anunciando que si le ha bajado la presión fiscal a Zapatero -como si fuera una fiebre- es a causa de su política económica -mala, que lo dice Fernández Ordoñez, o sea Cristo reencarnado- y de la parálisis de la actividad. Ambos tienen razón, para qué comentarlo.

Lo interesante de estos debates viene siempre de nuestras números 2. Y en este caso, de nuevo victoria para De la Vega. O sea, que llevamos muchos meses criticando al Gobierno porque sus previsiones se quedaban cortas y cuando se actualizan, en función de los datos disponibles e incluso algunas son más pesimistas que las más pesimistas del más agorero de los economistas agoreros, resulta que ahora son un engaño porque hace cuatro días hablábamos de brotes verdes y de la virgen María económica. Resulta, que en 2007 aun quienes acertaron a predecir la crisis (1 de cada 100 previsiones acertadas por cierto) se equivocaron en sus previsiones pero la actualización de las mismas para ellos vale y para los demás no. Si las hace el PP, que en su programa electoral llevaba 200.000 trabajos prometidos más que el Gobierno, el PP no se equivoca, solo actualiza. Si lo hace el Gobierno, es el demonio, cuanto menos. Son previsiones, si todos sabemos que de las millones que salen a diario se cumplirá una.

No sé, tengo serias dudas de que, por mal que lo pueda estar haciendo el Gobierno, la oposición que padecemos se merezca alguna recompensa pues, como bien ha dejado claro mi supervice, se preocupan únicamente de las elecciones y la ambición de poder.




Los brotes verdes

lunes, 15 de junio de 2009

A muchos de ustedes les sonará la teoría de "los brotes verdes". Esa inocente expresión acuñada por la entonces recién nombrada Elena Salgado, que suscitó la risa e incluso el estupor de muchos comienza a hacerse un pequeño huequecito (son brotes, no lo olviden) en el panorama económico español y mundial. Durante estas últimas semanas hemos conocido buenos datos económicos o al menos no tan malos como cabría esperar. Algunos se han atrevido ya a ponerle nombre a esta crisis. Como ya hicieran nuestros antepasados con la Crisis del Petroleo y con la Gran Depresión, las generaciones que hoy vivimos, sufrimos o combatimos la crisis desde múltiples ámbitos nos encontramos en la Gran Recesión. Pues bien, la Gran Recesión tiene brotes verdes desde las últimas semanas.

En su artículo publicado ayer por EL PAIS, Paul Krugman, analizando los Gobiernos de EE.UU y Reino Unido, nos volvía a hacer una síntesis aplicable a casi toda Europa. Venía a corroborar que si estamos en este crisis ahora y de esta manera debemos echarle la culpa a la desregulación y el fundamentalismo del libre mercado, y que era más necesario ahora que nunca hacer un esfuerzo fiscal notable y adecuado pero decidido y responsable. También hablaba de la poca diferenciación que en política económica han tenido los Gobiernos de aquellos dos países - pero también en Europa - desde los años noventa pues, con las particularidades de cada país y si bien los más progresistas no aplicaban a rajatabla el fundamentalismo neoliberal sí se vieron engatusados por lo que consideraron las modernidades en la gestión económica, que no era otra cosa que más desregulación. Entonces, si sabemos que aquello no estuvo bien, esa desregulación, ese fundamentalismo, esa ingenuidad por creer autosuficiente al mercado tiene que dar paso a otro tipo de economía.

Yo solo me atrevería a hablar de algunos adjetivos para dicha economía: justa y equitativa, sostenible y colectiva. Justa y equitativa porque apueste por crear riqueza y redistribuirla; sostenible porque respete y proteja la naturaleza y el medio ambiente; y colectiva porque implique un pacto social explícito e implícito de solidaridad dentro de toda la sociedad, que deje atrás el individualismo profesado por el liberalismo de hoy y de ayer.

Pues bien, hasta aquí que yo sepa queda mucho por recorrer. Pero señores, tenemos brotes verdes. Estos días hemos sabido que la morosidad ha descendido a su nivel más bajo desde marzo de 2008. Que Banco Santander y BBVA son los más eficientes de Europa, que las cajas de ahorros van a tener posibilidad de reestructurarse con ayuda o aval públicos sin que hagan perder demasiado dinero al contribuyente, ha descendido el paro -poco y probablemente a causa del hecho estival-, que la demanda interna ha frenado su caída e incluso la gente se culturiza más en 2009 que en 2008 ya que las ventas en la feria del libro de Madrid han subido un 10%. El Gobierno se ha comprometido a subir los impuestos y tendrá que hacer frente a una escalada del déficit y por consiguiente de la deuda pública pero si este es el mayor de nuestros problemas quiero recordar a los lectores que en los últimos 4 años España redujo su deuda pública el 12,5%.

Pero hay que ser realistas entonces. No vale con tecnicismos sobre lo que sube o baja, sobre lo que va mejor o peor. Lo importante es el compromiso colectivo por que todo vaya mejor, menuda utopía, pero qué necesaria. Más que nunca. La idea de colectividad está acuñada en la historia y comprobada empíricamente, fíjense sino en los "años de oro del capitalismo entre 1945 y 1973". El primero fue Aristóteles, que definió al hombre como un zoon politikon, un ser que necesita a la sociedad para sobrevivir y cuyo concurso colectivo permite a las sociedades con ayuda de la famosa prudencia a ser más justas y equilibradas. Los brotes verdes de nada sirven si no aprendemos la lección, no solo económica, sino política y especialmente moral y humana. Somos un todo, no lo olviden.

PD: Parafraseando a mi querido Krugman: ¿Acaso un Gobierno del Partido Popular hubiera sido menos esclavo del fundamentalismo del libre mercado o hubiera estado dispuesto a refrenar finanzas desbocadas?


TRILLO, EL PARTIDO POPULAR Y LA JUSTICIA

viernes, 12 de junio de 2009

El llamado caso gürtel no es uno de los casos más bochornosos de corrupción que conocemos y si alguien tiene el tiempo y las ganas de discutirmelo, lo hacemos sin problema. Para lo que vengo a escribir hoy no es aquella la cuestión importante sino el uso y disfrute que el Partido Popular hace de la justicia. Me explico.

Son los líderes del Partido Popular los que han hablado de independencia de la justicia, de presunción de inocencia y de su indefensión ante las "filtraciones" de un caso que se encuentra todavía en lo que se conoce como secreto de sumario. Sin embargo, ese partido político adopta la posición que más le conviene en cada noticia o presunto hecho que a este respecto se produce. En ocasiones de manera irresponsable y en la mayoría por puro despecho y chulería. Esto hace pensar que su posición ante la corrupción es pura estrategia política como lo demuestran las sucesivos apoyos que implicados en asuntos de corrupción como Fabra o Camps han recibido con motivo de las elecciones europeas o con el caso de los trajes. La derecha cierra filas ante los corruptos y ataca a la justicia o bien la utiliza para su estrategia política aprovechando la "clausula" que los cargos electos en España poseen en relación con su procesamiento mientras están en ejercicio de sus cargos (no posteriormente). ¿Se morirá el señor Fabra sin ser juzgado? No es de extrañar si se sabe que en 1998 el partido popular aprobó una Ley por la que se permitían juzgar los actos políticos y no solamente los actos administrativos del poder ejecutivo y de la administración. Una de los grandes déficits democráticos que el neoliberalismo introdujo en estos últimos años es el sometimiento de la política a la justicia para salvaguardar la prevalencia de lo económico sobre lo político, pero ahora no conviene.

Entre otras cosas, este tipo de leyes y procedimientos y este uso de la justicia ha favorecido la mentalidad conservadora según la cual se prefiere "lo malo conocido antes que lo bueno por conocer". Según un artículo periodístico con el que coincido plenamente, este es el motivo por el cual la derecha no ha sufrido retrocesos electorales en España u otros países pese a estar inmersa en múltiples asuntos de corrupción que en España se manifiestan de manera notable en las Comunidades Autónomas y en los Ayuntamientos. Esto ha pasado en Valencia, en Canarias o en Madrid.

El sometimiento de la política a la justicia se retroalimenta con la intervención de la política en la elección de los organos rectores del poder judicial. Es conocida todo el conflicto surgido con la renovación del Consejo General del Poder Judicial o del Tribunal Constitucional. Esto anterior, unido a la mentalidad conservadora de la que hablábamos permite al principal partido neoliberal en España cambiar de criterio y utilizar los resortes de la justicia a su justa medida. Cuando les viene bien le dan palmaditas en la espalda al Fiscal General del Estado o de la CAM, y cuando no le critican y manifiestan su indefensión demostrando una vez más el sentido de la justicia del principal partido de la oposición. Esto es lo que el señor Trillo ha hecho en referencia al supuesto fraude fiscal y prevaricación cometidos por el tesorero nacional del Partido Popular que constituye el caso Bárcenas, y que lo haga el Sr. Trillo, manda huevos. Es significativo que los medios de comunicación hagan referencia a que algunos implicados están algo así como aislados dentro del PP, cuyos afiliados y cúpulas dirigentes esperan que estos dimitan por si mismos, en lugar de dar ejemplo y suspenderlos de sus cargos (algunos diputados y senadores) y de militancia como sí está haciendo la izquierda en cada caso concreto, para poder ser juzgados.

Apelo para que esto no ocurra a la ética democrática y al civismo, a castigar a los políticos corruptos dejando de lado ese pensamiento de que todos son iguales pero si lo hace la derecha es normal y si lo hace la izquierda es un escándalo. Actualmente, los miles de pequeños casos de corrupción municipal en el que está inmerso el PP superan con creces los que recuerdan a menudo la derecha como excusa, los del Gobierno de Felipe González. Pero lo preocupante no es esto sino que dichos asuntos relacionados con corrupción no son casos puntuales sino sistemáticos y hechos por norma sine qua non se entiende la gestión municipal de muchos "buenos gestores" de la derecha.

A VECES VEO "DE LA VEGAS"

miércoles, 10 de junio de 2009

Sino fuera porque quiero tanto a mi madre y a mi padre…

…me gustaría tener de apellido “Fernández de la Vega”. Si, porque aunque cada día la veo más flojilla en el debate, quizá algo renqueante, no puedo sin más quitarme el sombrero ante su actitud solidaria y comprensiva con Soraya Saenz de Santamaría.

Mira que ir a preguntar si el Gobierno está de acuerdo con lo que dicen los ciudadanos y con el resultado electoral, para hacer autobombo y proselitismo y animar la grada popular, como si tal acto tuviera una gratuidad pasmosa….Mira que sentirse orgulloso de tener en Madrid o en Valencia al menos a un corrupto asegurado como es el Sr. Fabra y presumiblemente también el Sr. Granados…Mira que ir a fardar de victoria con una abstención del 54%...

La pregunta es la siguiente. El pasado domingo el partido popular ganó las elecciones, usted fue la primera en saberlo y la encargada de comunicarlo. De la misma manera que las elecciones las ganó el PP, las perdió PSOE y el Gobierno de JR Zapatero. Por eso la pregunta que le formulo hoy, la han respondido los ciudadanos con claridad: Su Gobierno no ha estado a la altura. Y mi pregunta es si está usted de acuerdo con lo que han dicho las urnas…

CAGATE LORITO. Pero esto no es todo, y yo le recomiendo a ustedes que lo vean, yo se lo facilito. Con esa chulería y por qué no decirlo, esa característica de elegancia que la caracteriza en un debate, dicha elegancia se ha convertido en arrogancia y la chulería en el proselitismo más bajo. “¿Están ustedes de acuerdo con el resultado electoral?”. En fin, yo me hubiera quedado pasmado si De la Vega dice que no. Claro pero, qué cosas pienso, mi supervice, no me iba a fallar. Además de no haberse podido contener la risa (cosa lógica). Le ha faltado decir la clave: “Nosotros estamos de acuerdo con el resultado electoral, pero con lo que no estoy de acuerdo es con la interpretación que ustedes hacen del resultado”.

Y yo si fuera Tere – ya me permito llamarla así porque me encanta – hubiera mandado a paseo de manera más enérgica a alguien que ya está pensando en las Generales sin hincar el codo en el Congreso de los Diputados. Si, porque para salir de la crisis, para derrotar un Gobierno y para exponer ideas – más allá de la demagogia del “ustedes (el Gobierno o los socialistas) no se enteran de nada” – aportar soluciones y trabajar codo con codo hace falta ponerse a trabajar en el Congreso de los Diputados porque de cualquier otra forma estarán contribuyendo al menosprecio y socavamiento de la ya poco menos que desastrosa imagen de los políticos en este país, de la cual no me siento orgulloso porque muchos como yo nunca seríamos tan irresponsables como para desdeñar 2 años y medio de profundo trabajo que hacer.

Harto estoy ya del Partido Popular cuyas tres soluciones mágicas son recortes de gasto, austeridad y bajar impuestos. Por culpa de eso, estamos hoy como estamos, atados contra las cuerdas - lease, la crisis- la crisis. No apelaré pues al miedo, sino al conocimiento, quien quiera entender que entienda y quien no que acabe dándole palmitas en la espalda a los líderes de la derecha de turno como un buen hooligan neoliberal.

MONARQUÍA vs REPÚBLICA (III)

lunes, 8 de junio de 2009

La Monarquía es una forma de gobierno “útil” y su legitimidad reside en la utilidad de la misma.

 

La legitimidad de la Monarquía como forma de Gobierno procedía en 1975 de múltiples factores en función de quien opinara sobre la misma. Así, si preguntabas a un señor del “bunker”, la monarquía era una forma de gobierno legítima por obra y gracia de Franco siempre y cuando no traspasará los límites del movimiento ni los valores del 18 de Julio.  Si, por el contrario, preguntabas al PCE, en aquellos momentos la Monarquía era ilegítima por esos precisos motivos, al igual que para los respublicanos o para el Partido Socialista. La gran victoria del Rey fue encontrar alguien lo suficientemente capaz de ceder ante la oposición salvaguardando la Monarquía y abriendo el camino a la democracia dejando lejos la opción republicana que hubiera supuesto una verdadera restitución de la democracia. El carisma de Adolfo Suarez consistió en eso y no en otra cosa, pues la gestión  económica más allá del mal contexto internacional fue reconocidamente pésima.

 ¿Fue entonces útil la Monarquía? Yo respondo que sí. Lo fue entonces y lo es ahora pero nadie nos garantiza que lo sea siempre. Que la transición fue la piedra filosofal para la permanencia eterna de la monarquía, es lo que quisieran pensar aquellos que no permitirían nunca al pueblo “alterar las reglas del juego”.

 Fue útil entonces porque Don Juan Carlos pudo lidiar con las Cortes Franquistas, con el Movimiento, con el Bunquer y el ejército, con una mano izquierda desconocida en un Monarca hasta las fechas. (Ya les hubiera gustado a Isabel II o al Alfonso XIII). Creo sinceramente que eso sorprendió y agradó a muchos españoles que querían democracia sin verse asaltados por un país convulso o mediante un cambio excesivamente enérgico. Sin embargo, a pesar de que pueda ser verdad aquello de que la conciencia política de los españoles por aquel tiempo se caracterizó precisamente por las preferencias de orden y estabilidad no deja de ser cierto que el modo en que se hizo la transición no facilitó precisamente la politización extrema que hubiera sido consustancial a una participación en el proceso de transición. Y es que el Estado Franquista y sus leyes, a partir de las cuales se diseñó la transición, suponían la no existencia del pueblo en el proceso de toma de decisiones. Adolfo Suárez, Torcuato Fernández Miranda, Calvo-Sotelo, Areilza, etc… eran a finales del franquismo perfectos desconocidos para los españoles. La Transición fue en gran medida un traspaso de élites de un Régimen a otro. Fraga es el mejor ejemplo.

Sin embargo, con aquellos déficits la Monarquía constituyó un régimen que nos homologó a Europa y eso es de agradecer. ¿Si lo fue o lo es ahora justificaría que lo sea siempre? En este aspecto, en el debate citado podemos contar dos posturas.

 1.     Los Monárquicos dirán que cuando la monarquía deje de ser útil para convertirse en lastre, serán las propias instituciones, los políticos y los ciudadanos quienes se movilicen contra ella. Argumentos históricos a su favor tienen en tanto que las repúblicas han llegado a España como solución in extremis (la primera) y por agotamiento de la Monarquía alfonsina (la segunda). Todas las “transiciones” españolas se han ido produciendo por agotamiento del régimen anterior o por un golpe militar o pronunciamiento.

2.     Los Republicanos defienden que la Monarquía no es una institución imprescindible y así lo creemos los que ni somos una cosa ni la otra.  En realidad el Rey no tiene más poderes que el Presidente de la República Alemana o de la Italiana. Moderar y arbitrar el funcionamiento regular de las instituciones, representación exterior y derecho de gracia. Es tan prescindible que la Constitución le declara irresponsable y todos sus actos necesitan refrendo del Ministro correspondiente o del Presidente del gobierno para tener facultad jurídica.  Sin embargo, a pesar de esa irresponsabilidad, imagínense que un futuro rey fuera un verdadero lastre. ¿De verdad tenemos que estar esperando a agotarnos de la monarquía para decidir nuestro futuro? ¿No sería posible votar por tanto la continuación de la Monarquía cuando muera el Rey Juan Carlos?

 Sería un ejercicio muy sano democráticamente hablando y que serviría para medir el pulso verdadero de la monarquía como forma de gobierno útil  y que sería preciso además para medir la forma de gobierno ideal que quieren y le corresponde a la soberanía nacional.

MONARQUÍA vs REPÚBLICA (II)

jueves, 4 de junio de 2009

1.    La Monarquía Parlamentaria fue refrendada en el referéndum constitucional y es refrendada en cada elección general.

 

El Artículo 1.3 de la Constitución Española de 1978 reza “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. 

La Constitución fue apoyada en las urnas por el 87% de los votos lo cual hace a algunos afirmar que la “forma política” (término no correcto, por cierto. Debería decir forma de gobierno o jefatura del estado) de la Monarquía Parlamentaria fue refrendada en dicha votación y apoyada por la mayoría expresada en la votación.

 

En realidad es un apoyo indirecto. Similar a cuando los estadounidenses eligen a su presidente, porque lo hacen a través de sus compromisarios y no de manera directa. Nosotros lo elegimos a través de un texto democrático que nos dieron unos señores del régimen y de la oposición que se habían reunido en unas Cortes Legislativas elegidas por una Ley Fundamental del orden jurídico franquista. 

 

Seamos por lo tanto correctos. A pesar de la gran potilización española del momento y a pesar de que la existencia de partidos políticos republicanos como PSOE o PCE, a las elecciones a Cortes de 1977 no pudieron participar algunos pequeños partidos republicanos,  y se celebraron “ex post” de que PSOE y PCE renunciaran abiertamente a la forma republicana de gobierno e iniciaran conversaciones con los constitucionalistas procedentes del franquismo. Caso paradigmático es la comparecencia de Carrillo nada más legalizarse el PCE aceptando la bandera “con los colores oficiales del Estado”. Y es que tan solo hubo ademán por parte del PSOE durante la ponencia que redactó la Constitución (“los padres de la constitución” y tal) de afrontar el debate sobre República o Monarquía.

 

Además de eso, no se produce un referéndum sobre tal o cual forma de gobierno sino un referéndum sobre todo un  sistema constitucional. Hay quien dice que no se puede separar la Monarquía del pacto constituyente, porque entonces tal pacto carecería de sentido. No es verdad. Un pacto constituyente puede alcanzarse por más medios y más legítimos que una reforma del régimen anterior. Fundamentalmente por unas elecciones libres a Cortes Constituyentes con un mandato expreso de redactar una Constitución con unas bases previas, que dichas Cortes una vez cumplido su mandato lo sometieran a referéndum y se disuelvan, en caso de aprobación, se convocan elecciones a las nuevas Cortes Legislativas o los procedimientos que dicha constitución establezca.

 

Como sabemos las Cortes que elaboran la Ley para la Reforma Política eran todavía Cortes de “procuradores” franquistas por lo cual era muy complicado que en el articulado de la ley se hubiera podido incluir principios como los existentes en otras democracias consolidadas. Por ejemplo, en Francia, toda Ley, Tratado o Asunto que afecte a la forma de gobierno o de manera muy sensible a las instituciones tiene que ser votado por los franceses vía referendum. Si nos preguntamos si cupo la posibilidad de preguntar a los españoles sobre cómo y quién quería que les gobernara…la respuesta es que sí. Metodos jurídicos había para que la legitimidad monárquica procediera directamente de los ciudadanos. Como ya hemos dicho situaciones así se dieron en Grecia, Francia o Australia con resultados dispares pero legítimos. De eso se trata, la legtimidad de verdad se otorga de manera directa y lo demás son cuentos chinos.

 

Sería un idealista si pensara que esto debía haberse dado porque sí, como si los procesos históricos fueran tan simples que solo dependieran de la marcha lógica de las cosas conforme a principios legales o ideológicos establecidos. Nadie puede dudar de que todo esto hubiera sido mucho más legítimo conforme a lo que dije antes pero nadie puede obviar tampoco el estado del país en su momento, ni las circunstancias que rodearon la transición.

¿Qué hubiera hecho el ejército si el Gobierno constituido conforme a la legalidad franquista hubiera aceptado sin más las posiciones de la oposición?

 

¿Hubieran acatado los procuradores franquistas una Ley para la Reforma que posibilitara plebiscitar a la nación una pregunta tan radical como Monarquía o volver a una República?

 

¿Acaso la sociedad española en su conjunto no prefería orden y un proceso sin traumas a enfrentarse a un ejército reticente a dejar de ser pieza clave en la vida política?

 

¿Hubiera aceptado la Iglesia una república o por el contrario hubiera reculado a favor del poder tradicional que le aseguraba mayor seguridad?

 

Las cuestiones de legitimidad por si mismas no son razón suficiente para juzgar un hecho histórico. A mucha gente le hubiera gustado que el ejército y el pueblo se hubieran unido para derrocar la dictadura como ocurrió en Portugal un año antes en aquella "Revolución de los claveles", pero debemos ser conscientes del déficit de legitimidad que todavía rodea a la monarquía, estemos o no a favor de ella, por el mero hecho de no haberla votado de manera directa, especialmente conociendo  las circunstancias en las que fue votada.

 

Todas estas cuestiones sirven para deslegitimar de nuevo el argumento de que la Monarquía es plebiscitada en cada elección general. Nada tiene que ver la concurrencia democrática a elecciones con la legitimidad de la Monarquía porque es un tema del que no se habla, ninguno lleva en campaña y apenas se produce debate. Y al igual que se puede decir que los españoles no la legitiman indirectamente en las elecciones, tampoco podemos afirmar que así lo hagan. Sino marca la agenda, sino condiciona el voto, si en definitiva no influye porque no está no se puede medir la opinión soberana del pueblo.

Algunos dirán que si no se lleva en un programa será porque los españoles la aceptan de manera notable, y es verdad, pero muy probablemente se sorprenderían nuestras élites políticas de la capacidad de discusión y debate del pueblo si, como se dice, se abriera el melón. ¿Por qué tanto miedo ahora que llevamos mucho mucho tiempo de democracia? ¿Acaso la soberanía nacional no reside en el pueblo español? ¿Por qué no puede esa soberanía nacional expresarse ahora con total madurez? Si alguien ve los videos de “Monarquía vs República” debe censurar las palabras de un señor que afirma que las reglas del juego no pueden cambiarse cada vez que el pueblo vote:

En primer lugar porque no se le ha permitido al pueblo que vote.

En segundo lugar porque dichos comentarios niegan la capacidad del pueblo para decidir su futuro, lo que es bueno o malo, lo que es legítimo. Niegan de redondo la soberanía nacional.

 

MONARQUÍA vs REPÚBLICA (I)

martes, 2 de junio de 2009

Anoche cometí cierta “locura” porque mientras estudiaba para un examen de Sistemas Políticos Comparados me dediqué a buscar videos de mi profesor, Jorge Verstrynge y encontré un debate largo sobre la Monarquía y la República como posibilidad de forma de gobierno en España muy interesante y que me quitó tiempo y horas de sueño. En ese mismo debate se planteaban una serie de cuestiones sobre las verdades o mentiras, ventajas o desventajas de la Monarquía y el resultado de la Transición española que voy a analizar en varios capítulos de este blog.

 

1.    La Monarquía como consenso en la transición.

 

Todos sabemos que la palabra clave que define la “modélica” transición española es “consenso”. Sobre la base de dicha palabra se articularon acuerdos como el reconocimiento de las “nacionalidades o regiones” dentro de la unidad nacional, el régimen de derechos y libertades y sobre todo la forma monárquica de gobierno. Pues bien, en realidad el argumento subyacente a esta idea de consenso es que la transición española es un pacto “posibilista” entre las élites salientes del franquismo y la oposición democrática, es el pacto máximo al que se puede llegar en un contexto determinado, el mal menor en función de las circunstancias. Los socialistas también acabaron predicando esta filosofía cuando acataron el Estado Moderno, por definición capitalista, para posibilitar un régimen que conciliara socialismo y democracia. Es decir, se trata de utilizar la Monarquía para conseguir la forma de Gobierno que posibilite un máximo de democracia en un contexto histórico determinado.

 

Pero sobre la Monarquía en España hay debate todavía candente o cosas que preguntarnos. ¿Fue verdaderamente un activo tan importante e imprescindible para la Democracia? Es verdad que el Rey podía haber continuado con una Monarquía de carácter absolutista o autoritaria, limitando y secuestrando la soberanía popular. Pero lo cierto es que no le hubiera servido de nada. Monárquicos y Republicanos sabían que la Democracia era el sistema de gobierno deseable dadas las circunstancias porque la sociedad española había modernizado sus costumbres, su economía, su pensamiento social y la agitación política a medio plazo que hubiera suscitado un cambio hacia esos postulados hubiera traído más inestabilidad de la que ya existía entonces. No olvidemos que los últimos años del franquismo son los años con mayores huelgas y revueltas sociales que en ese momento se recordaban. La sociedad por tanto había cambiado y el régimen se sostenía básicamente del mantenimiento de la represión y el orden público, lo cual no da de comer a un régimen político en sociedades avanzadas sino fuera por la mentalidad acallada de otros muchos españoles en aquellos tiempos.

 

Al Rey por lo tanto no le quedó otro remedio, aun cuando lo deseó realmente, que acatar la forma democrática de gobierno. Sin embargo, el advenimiento de la monarquía está sometido a hechos “irregulares” que platean si aquello fue un solo pacto posibilista con miras a un futuro revisionista o algo sencillamente hecho con toda vocación de permanencia.

 

Para empezar, la monarquía no es un pacto porque viene dada o impuesta por una Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado y demás leyes fundamentales franquistas. Por lo tanto es verdad que la monarquía es fuente de consenso durante la transición pero no era teóricamente imprescindible, y veremos más adelante que podríamos prescindir de ella sin gran trastorno.

 

En segundo lugar, hay que aceptar que la Monarquía no se consolida con la Constitución y el referendum que la aprueba, sino que viene impuesta con anterioridad. Además, la cuestión fundamental del pacto de la transición no es solo la monarquía, además de transitar a la democracia, lo importante es hacerlo sin romper con la legalidad anterior y es la oposición democrática la que abandona la ruptura y la convocación urgente de Cortes Constituyentes. Por lo tanto, si no se ha roto con la legalidad anterior sino que se utiliza la misma para una reforma del Estado, la monarquía no puede ser fundamental. ¿Quién podía predecir en 1976 que el Rey iba a serlo de todos los españoles o que iba a fomentar este cambio político? Ni siquiera cuando era un rey no constitucional se pronunció políticamente a favor de la democracia.

 

En tercer lugar. Si aceptamos lo anterior deducimos que el origen de la monarquía no es el pacto constituyente sino una legitimidad legal-racional procedente del franquismo. Sin embargo en una Democracia hay un poder superior a la constitución y al monarca, que es el pueblo manifestado de diversas formas, y que es quien otorga lo que Max Weber califica como legitimidad carismática, otorgada a un “líder” considerado especial o imprescindible, cualidad que no se le es reconocida al monarca hasta la noche fatídica del 23-f.

 

Finalmente, el pacto de la transición no respetó la soberanía del pueblo por mucho que lo tuviera en cuenta, le otorgara altos grados de libertad y le facilitara una democracia. Dice precisamente Jorge Verstrynge que la voluntad del pueblo fue secuestrada, y añado: porque no se reconoció la existencia de un Poder Constituyente que sometiera a debate y votación por sufragio universal las cuestiones importantes del gobierno del Estado. Y el debate Monarquía o República está entre esas cuestiones. Lo demuestra un  hecho significativo: tanto la definición de España como Monarquía Parlamentaria, que se encuentra en el Título Preliminar de la Constitución de 1978, y que es en palabras de Schmitt una “decisión política fundamental”, como el contenido del Título I “de la Corona”, gozan de superioridad legal frente a otros apartados de la Constitución en tanto en cuanto necesita mecanismos más complejos para su reforma.